JOHN HARLEY “EL YONI”

El 5 de mayo de 1886 en el pueblo de Glasgow, Escocia, nacía John Harley, hombre querevolucionaria la forma de juego en Uruguay y sobre todo en Peñarol. Dibujante ferroviario que a los 20 años emigra para Argentina para enrolarse en el ferrocarril de Bahía Blanca para después pasar por los rieles de Santa Fe y terminar en Ferrocarril Oeste Buenos Aires. Desde su partida de su Escocia natal, Harley estuvo acompañado de sus botines de futbol, esa pasión que sentía desde niño y que logro seguir practicando a pesar del cambio continental. En Argentina defiende a varios clubes, pero es en Ferrocarril Oeste, que enfrenta varias veces a Peñarol, dejando siempre una buena imagen, a tal grado de cautivar elogios del mismísimo Piendibene “El Maestro”.

En 1909 llega a Montevideo, donde encontraría su lugar en el Mundo, el Ferrocarril Central seria su empleo por 37 años, Uruguay su patria y Peñarol su debilidad y pasión deportiva. Cuando por estos lados del Río de la Plata se jugaba al estilo Ingles, de pelota larga, Harley trajo la versión escocesa y con ello nació “la cortita y al pie”. No es exagerado decir que Harley cambio la forma de jugar en Uruguay, fue el primer jugador “táctico”, que demostró que jugando en base de equipo con pases cortos, se simplificaba el juego y se obtenía mayor resultado. El juego dejaba de ser un recorrer desorbitado tras la pelota, para transformarse en un juego regulado por reglas tácticas.

El Yoni, jugaba con elegancia, con gran sentido del tiempo y distancia para cortar las pelotas y salir jugando, de buen juego aéreo y un armador de juego por excelencia. Si bien su contextura física no era exuberante, sus condiciones y su visualización del juego, basto para crear escuela de cómo se debía jugar. Harley fue el primer maestro y la raíz de lo que seria el típico “centrojas” o numero 5, que caracteriza a Peñarol. Era ejemplo de caballerosidad y fair play, en un partido contra central en 1913, pateo un penal deliberadamente afuera porque el creyó que el juez se había equivocado en el cobro, Peñarol perdía por 2 a 1, pero era tanto el sentido de honorabilidad que no podía aceptar el favoritismo del juez, aunque ello signifique la derrota. Harley defendió nuestros colores por más de una década, siendo capitán entre 1909 y 1916.

A los 34 año se retiro, sufría de miopía y dos años mas tarde la asamblea lo designo “socio honorario” de la institución. El 19 de junio de 1952, ante 45.000 almas, en un partido contra Rampla Jrs., se le rindió un homenaje al “reformador del fútbol uruguayo” donde se hicieron presentes junto a el en el medio del Estadio Centenario, varios jugadores de su época, compañeros y rivales, ya que todos compartían la misma admiración por el jugador y por el hombre de bien que “El Yoni” era. Esa misma tarde se le obsequio un álbum con más de 5.000 firmas de deportistas, rindiéndole tributo al ex numero 5. Fue un leal partidario y fiel a la causa, hasta los últimos días de su vida en 1959, fue un uruguayo mas, de esos que construyeron este país, nacieran donde nacieran. Fue el jugador que fundo las bases de lo que es nuestro futbol hoy. La revista “La Voz de Peñarol” del 24 de Mayo de 1947 nos trae el testimonio del Dr. Mantrana Garín, quien supo no solo presenciarlo sino que apreciar al gran Yoni en su esplendor futbolero, siendo el Dr. Mantrana Garín apenas un adolescente.

Este es su relato…
“…Antes de la actuación de Harley en nuestras canchas, el futbol oriental, salvo contadas excepciones, era la explosión entusiasta de un estado anímico, heroico, novel y viril que en síntesis, era el resabio de nuestras antiguas montoneras, de nuestras luchas en nuestras verdes cuchillas, que habían cambiado de escenario por las leyes del progreso, y el hombre, en toda su complejidad sicológica, descargaba en otro ambiente su herencia, la del gaucho bravío, nacido para la libertad, y las actividades estéticas, como el amor, el canto, el juego y la guerra. Era el futbol primitivo y heroico, el que se esfuma en el tiempo y forja leyendas.Ahora comenzaba otro acto, con la llegada de John Harley como protagonista. Ante el asombro primero y luego con explosiones jubilosas, el aficionado ve accionar en el centro del field, un hombre de estatura baja, de piernas curvadas, pinado al jopo, que por una especia de arte de magia, sin desplazarse mayormente, va deteniendo los delanteros rivales, y luego entrega la pelota a ras del suelo a sus compañeros mejor colocados, ya fueran delanteros o defensas. Su juego de cabeza es impecable, salta justo para despojar a su rival, el criollo fuerte y valiente, y luego apoyar.
Intercepta los pases con una precisión matemática en el cálculo de las distancias. Sus pases son cortos, precisos elegantes. Es el gran coordinador con el ritmo de asociación, es pues, el gran reformador. Es una ráfaga olímpica, de la escuela escocesa, que luce sus galas por las canchas de Peñarol, del Parque Central, Punta Carretas, Belvedere o el parque Lugano…
Es la ciencia del futbol que ha entrado por el pórtico suntuoso de nuestro deporte favorito.
Es John Harley, el maestro escocés que reformara nuestro futbol heroico y tumultuoso, para asombrar al universo deportivo.
Es el arte, en toda su plenitud estética.
El espíritu escocés moldeo la arcilla criolla, le imprimió su ciencia, amalgamándola con la intuición, improvisación y genialidad del criollo.
Desde Harley arranca la grandeza técnica del futbol uruguayo.
El producto especifico de esta creación, es el genio, que simboliza José Piendibene.
La creación de una escuela de futbol por Harley y Piendibene, es una realidad social y deportiva.
La intuición de nuestro gran poeta Ipuche, la ha captado en una bella imagen de su himno a Peñarol.
Ritmo ingles y gambeta criolla,
Se tejieron al humo del riel
Y pintaron un límite blanco
Al instinto del rojo tropel.”

La revista “Peñarol” que dirigía Juan A De León “Leondé”, es quien organizaría el homenaje a Harley en el estadio, en su edición del 23 de Mayo de 1952, página 6, nos da información sobre el futuro evento. Nos cuenta de la inmediata adhesión de jugadores como José Benincasa, que se apersonaron a la redacción de la revista para no solo felicitarlos por la idea, sino sumarse a la misma. Se cita a ex jugadores de la Institución como Rímolo, Savio, Campolo, Piendibene, Crosley, Pacheco, Camacho etc. a una reunión que se llevaría acabo el lunes 26 de mayo a las 19 y 30 horas, instándolos a invitar a exjugadores de los demás equipos y así entre todos intercambiar ideas de cómo llevar acabo el proyecto. Otros jugadores como Carlos Scarone, Celestino Mibelli y Aníbal Tejada también al enterarse, por si solos se pusieron a disposición. Además, el delegado aurinegro ante la AUF Sr.Vidal, obtienen por unanimidad en la Asociación el permiso de todos sus integrantes para ese día embanderar el Coloso de Cemento. Harley había dejado una escuela, y sus alumnos dirían presente masivamente…

Nuevamente seria la revista “Peñarol” quien nos trae el emocionante relato del homenaje en su edición del 27 de junio de 1952, y se las entregamos en su totalidad.

Fue Para Juan Harley Una Verdadera Apoteosis.

Con Profunda Emoción Recibió el Agasajo Harto Merecido el Caballero del Deporte

45.000 Deportistas Aplaudieron el Insigne “Jhonny” Maestro de Maestros

Entendemos que en esto de hacer crónica del homenaje a Harley, que a iniciativa de nuestro Director Leondé, se realizó el jueves p.pdo., “Día de Artigas”, nos enreda un poco en el tan manido recurso judicial de “Las generales de la Ley”, por cuanto todo lo que sea hijo de Leondé y por derivación lógica, se estampa en esta Revista que siente y ama el ideal peñarolense, es cosa nuestra. En tal virtud y para salvar de las “Generales de la Ley”, dejamos con Uds., la magnifica crónica que sobre dicho acto ha tejido el Jefe de la Página Deportiva de “La Tribuna Popular”, el Sr. Luis Víctor Semino, que contribuyo en grado sumo al mejor éxito de la fiesta, siendo el brillante animador de la misma, al atender con su característica solvencia de avezado periodista, el micrófono de la prestigiosa onda CX18 Radio Sport, que llevo al éter todo lo concerniente al Homenaje.