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Tales son los casos de Neil Doncaster, presidente de la SPL, y de Stewart Regan, director general de la SFA. Ambos dirigentes han metido toda la presión posible para salvar al club lealista de una larga y posiblemente dura carrera de regreso al circulo de privilegio, tanto nacional como continental. Han amenazado club por club y también tiraron la posibilidad de crear una segunda SPL paralela a la actual, lo cual no solo roza con la moralidad deportiva sino con la demencia absoluta.
Resulta sorprendente los esfuerzos totalmente imparciales de parte de altos dirigentes supuestamente neutrales que pretenden hacer diferencias con el nuevo conjunto azul. Pero también resulta admirable la fuerza que los demas equipos ofrecen a tal chantaje. Desde acá deseamos que la justicia deportiva venza sobre el sucio negocio que no solo empañara la reputación interna del fútbol escoces sino que también lo hara de forma permanente en el resto del continente.